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La Solución

Hay alternativas a la energía nuclear Existen alternativas energéticas disponibles en gran abundancia en nuestro país como para poder tomar la decisión de cerrar de manera definitiva a la planta nuclear de Embalse. El Gobierno Nacional proyecta realizar una importante inversión de dinero para extender la vida útil de ese reactor nuclear. Esto significa que durante casi dos años dicha central deberá permanecer cerrada mientras se realizan ajustes y reemplazos de equipamiento que permitan extender sus permisos de funcionamiento. La extensión de la vida útil del reactor implica, entre otros perjuicios, una erogación de dinero que no se justifica en términos energéticos. Sin embargo, esta decisión, adoptada por el Gobierno Nacional, no será sometida a consulta alguna. Por otro lado, debemos señalar que el Gobierno aún no ha hecho público su plan energético a pesar de llevar años prometiéndolo. Sin embargo, todos los días se toman decisiones en esta materia que afectan la vida de millones de argentinos y nuestros recursos naturales. Es inaceptable que se adopten medidas de esta magnitud sin discusión pública y sin conocer cuál es el plan a futuro. La decisión de extender la vida útil de una planta nuclear debe ser evaluada con la misma intensidad que la de construir un nuevo reactor. No se debe minimizar. No puede ser una mera decisión adoptada por el Ejecutivo Nacional sin mediar una debida evaluación de riesgos, alternativas y de aceptación social. En términos de alternativas, Argentina posee recursos naturales fácilmente aprovechables para producir energía renovable y limpia en cantidades que permitirían reemplazar totalmente la generación nuclear en unos pocos años. Pero para hacerlo, hace falta tomar la decisión de dejar de invertir los valiosos recursos económicos que hoy se destinan en mantener a flote a la energía nuclear y transferirlos a impulsar el despegue, por ejemplo, de industrias en alza como la energía eólica. Si el Gobierno Nacional tan sólo cumpliera la ley vigente, en 2016 se podría generar el 8% de la energía total en base a fuentes renovables, una cantidad superior a lo que hoy aporta la energía nuclear. Ese tan sólo sería un primer paso de lo que se podría hacer en materia energética. Por el contrario, se pretende seguir intensificando los subsidios e inversiones gubernamentales para sostener el plan nuclear. Un buen ejemplo es la finalización de Atucha II, la que será una de las centrales atómicas más cara del mundo, con inyección de dinero proveniente de la ANSES. Se está despilfarrando el dinero de los argentinos, como tantas veces se hizo en el pasado, en plantas nucleares. Podemos iniciar un cambio de matriz de generación energética con la visión de alcanzar a mediados de este siglo la totalidad de la generación eléctrica basada en fuentes limpias y renovables. La transición debe iniciarse desde ahora con el despegue a gran escala de la energía eólica y la desactivación de las plantas nucleares antes del 2020. Es posible alcanzar ese año cubriendo el 25% del consumo en base a fuentes renovables. Durante el año 2012 se desarrolló un ejercicio denominado “Escenarios Energéticos 2030” en el cual se realizaron diferentes escenarios de suministro de energía eléctrica a escala nacional hasta el año 2030, tomando como base la demanda proyectada por la Secretaría de Energía de la Nación. Uno de los escenarios desarrollados muestra que es posible el cierre total de las plantas nucleares antes del 2020 y alcanzar una participación de las fuentes renovables cercana al 60% para el año 2030. Dichos resultados se obtienen cumpliendo con los requisitos técnicos necesarios para satisfacer adecuadamente la demanda y, lo más importante, a un costo económico similar a sostener una oferta energética convencional (1) Este ejercicio corrobora que el abandono de la energía nuclear es perfectamente posible, es una opción que tenemos disponible. La oferta energética puede satisfacerse centralmente en base a un fuerte incremento de la energía eólica, solar y de biomasa. Esa transición energética es posible técnicamente, ya que disponemos de la tecnología y los recursos y, además, viene acompañado de una gran noticia: es económicamente competitiva. La barrera es política. Sólo hacen falta las decisiones correctas. Las decisiones correctas implican alentar fuertemente las tecnologías limpias y renovables y comenzar a desalentar las opciones energéticas contaminantes y de alto riesgo. También implica realizar un cambio en el destino de los abultados subsidios destinados al sector energético. Dejar de subsidiar a la energía nuclear es una condición necesaria para producir el cambio. Podemos tener un futuro energético completamente diferente al presente. Pero no se logrará si no se toman decisiones innovadoras y si la dirigencia política continúa haciendo “lo mismo de siempre”. Este año es el momento para tomar una decisión trascendente como ésta. Decisión que no sólo es oportuna, es también absolutamente racional y viable.

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