Jorge Daniel Taillant es fundador de CEDHA y dirige su trabajo en glaciares y minería

Por Romina Picolotti*

Reflexionaba Friedrich Nietzsche “Creo que los animales ven en el hombre un ser igual a ellos, que ha perdido de forma extraordinariamente peligrosa el sano intelecto animal…”

Sin duda el documento final aprobado por los Presidentes en la Cumbre de la Tierra, es una evidencia contundente de la pérdida del sano intelecto animal. Negarse a reconocer que el Planeta tiene límites es de una miopía intrínseca. Un acto irracional que marca el camino hacia un suicidio colectivo.

No se trata de cuestiones ideológicas sino de una necesidad. Una necesidad imperiosa de mutar el concepto de desarrollo económico a cualquier costo, más aun cuando el rumbo actual conlleva un jaque mate al delicado equilibrio planetario que hace posible la vida tal cual la conocemos.

No es irracional exigir al animal “más” evolucionado del Planeta, aquel que tiene conciencia, conciencia de su ser, conciencia de la existencia del universo; no es irracional exigirle que se comporte con responsabilidad planetaria. Es de esperar, que a mayor grado de conciencia mayor nivel de responsabilidad.

Comportarse con responsabilidad planetaria implicaría por ejemplo eliminar los subsidios a los combustibles fósiles para invertirlos en energías limpias, simplemente porque la atmosfera tiene un límite y sobrepasarlo implicaría un cambio climático irreversible y para cuya magnitud no estamos preparados.

Comportarse con responsabilidad planetaria implicaría compromisos contundentes para evitar la contaminación del agua dulce, simplemente porque el agua dulce es escasa, finita y sin ella la vida no es posible.

Comportarse con responsabilidad planetaria implicaría respetar los ecosistemas de los océanos, eslabón clave para preservar la cadena alimentaria. Preservar los bosques, pues sin ellos el aire, condición para la vida, se nos tornaría irrespirable.

Los Presidentes decidieron ignorar esta enorme responsabilidad. Así, en un ataque de euforia inentendible, la delegación del gobierno argentino en la Cumbre de la Tierra expresó “estoy feliz con el contenido de la Declaración de Rio+20”.  Quizás  la condición de la felicidad sea la falta de conciencia.  O quizás la felicidad este dada por la irresponsabilidad. Lo cierto es que ni esas palabras, ni quien las expresaba, representaba el sentimiento de los argentinos que las escuchábamos.

 

Es posible transformar de manera progresiva y positiva nuestro desarrollo respetando los límites del Planeta.  Es simplemente un acto de conciencia y responsabilidad.

 

*Presidente CEDHA. Ex Secretaria de Ambiente de la Nación.