Jorge Daniel Taillant es fundador de CEDHA y dirige su trabajo en glaciares y minería

Tras lograr el consenso de todos los países miembros en la cumbre presidencial llevada a cabo el pasado Martes 4 de Mayo en la localidad de Campana (Buenos Aires), el ex mandatario argentino y actual diputado nacional Néstor Kirchner fue designado al frente de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur), organismo supranacional constituido formalmente en Mayo de 2008 y que reúne actualmente a 12 países sudamericanos.

El actual jefe del Partido Justicialista aspiraba a dicho cargo desde 2008, pero no había logrado acceder al mismo hasta ésta reunión debido al veto sobre su postulación que mantuvo a lo largo de su gobierno el ex mandatario uruguayo Tabaré Vázquez. Veto derivado, en gran medida, de las diferencias que separaron a ambos gobiernos como consecuencia de la instalación de la pastera Botnia en las márgenes del río Uruguay y el posterior bloqueo del puente que une Gualeguaychú con Fray Bentos. La llegada a la presidencia uruguaya de José “Pepe” Mujica –quien decidió acompañar el consenso del resto de los mandatarios sudamericanos y no vetar la postulación del ex presidente, tal como demandaban sus opositores– le permitió finalmente a Néstor Kirchner lograr su anhelada designación como secretario general del bloque. Cargo que, especula el oficialismo, le servirá como trampolín político para sus aspiraciones presidenciales de 2011.

Si bien la candidatura de Kirchner fue propuesta por Rafael Correa, presidente de Ecuador y actual presidente pro-tempore del organismo, es fuerte la versión que apunta al mandatario brasileño Luiz Inácio “Lula” da Silva como mentor real de la misma. El contar con el nombre de Kirchner en este puesto resulta funcional a los objetivos e intereses brasileños, que buscan posicionar al organismo como una iniciativa regional ajena a todo tipo de incidencia por parte de los EEUU. En este sentido, cabe señalar que la Unasur ha sido un proceso creado e impulsado en gran medida por iniciativa brasileña, país que busca concebir al bloque como un espacio para potenciar su propio liderazgo regional e intentar marginar de la región a otros actores de relevancia como los EEUU y México –de allí la no inclusión de éste último dentro del bloque, aduciendo que es un país latinoamericano y no sudamericano–.

Pero más allá de los intereses nacionales de estados particulares que impulsan esta iniciativa, se hace necesario destacar que la Unasur busca potenciar y consolidar la integración económica, política y social de Sudamérica, una deuda aún pendiente de la región. Para ello, la Unasur se pone como objetivo el priorizar “el diálogo político, las políticas sociales, la educación, la energía, la infraestructura, el financiamiento y el medio ambiente (…) con miras a eliminar la desigualdad socioeconómica, lograr la inclusión social y la participación ciudadana, fortalecer la democracia y reducir las asimetrías” (Ver Artículo 2 del Tratado Constitutivo de la Unasur).

Sin embargo, poco ha hecho el organismo hasta el momento para alcanzar tales objetivos, en gran medida porque el mismo no se ha establecido, hasta el momento, como un espacio de construcción de políticas y carece de un marco institucional firme, al estilo de otros procesos de integración como el Mercosur o la Comunidad Andina de Naciones (CAN).  Son numerosos los desafíos actuales de la región a nivel de energía, Cambio Climático e integración energética y de infraestructura regional y resulta evidente que la Unasur se encuentra en deuda con la región a la hora de hacer frente a tales desafíos. Y en este sentido se debe interpretar el deseo de la mayoría de los países miembros de incluir a la IIRSA (Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional  Suramericana) en el marco de la Unasur, con la firme intención de darle un mayor impulso a la integración física de la región, meta que hasta el momento no ha logrado alcanzar la mencionada iniciativa debido a su errónea concepción.

Es poco probable que la designación de un secretario general para la institución, pese a que pueda aportarle un mayor grado de institucionalidad al organismo, permita modificar esta realidad. Pero sí resulta necesario destacar el peso y la influencia que puede llegar a tener una sociedad civil informada y que se involucre activamente en éste proceso a la hora de incidir sobre los gobiernos nacionales de los países miembros, quienes son, actualmente, quienes manejan las riendas de este tipo de organismos.

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Contácto:

Gonzalo Roza

Investigador del área de Instituciones Financieras Internacionales

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Juan Martín Carballo

Coordinador del Programa de Gobernabilidad Global

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