Equidad y Puntos De No Retorno: La importancia de reducir contaminantes climáticos de vida corta para extender la vida del Ártico
Por Romina Picolotti
La equidad emerge una y otra vez en los esfuerzos y las negociaciones para evitar un cambio climático irreversible. Equidad en la distribución de recursos. Equidad en la cuota de la atmosfera que a cada país le corresponde. Equidad en la responsabilidad de reparar el daño. Equidad en el poder de decisiones.
Pero qué es realmente la equidad a la luz de los informes científicos sobre el calentamiento global?
La ciencia del clima nos alerta sobre los siguientes hechos que conmueven los cimientos de la equidad:
- El desequilibrio climático no obedece al valor justicia. Es decir, aquellos que menos han aportado al calentamiento del planeta son los que sufren y sufrirán las mayores consecuencias. Esto sin duda no es ni justo, ni es equitativo.
- Mientras más lentos seamos en solucionar el problema del calentamiento global más inequidad causamos.
- El aumento de temperatura no es equitativo. Diferentes partes del planeta se calientan mas rápido que otras. Por ejemplo, cuando hablamos de un calentamiento global de 2 grados centígrados esto significa 4 grados centígrados para África y 4 grados centígrados para el Ártico.
Este presente artículo intenta identificar cuales son las acciones que nos ayudarán a prevenir situaciones futuras de inequidad en el actual contexto de calentamiento global.
Para que estas acciones sean eficaces deben ser políticamente viables, tecnológicamente factibles, económicamente posibles y ser capaces de producir efectos positivos en la temperatura global en el corto plazo con el fin de evitar accionar aquellos puntos de no retorno. Es decir, estas acciones para prevenir inequidad deben ser eficaces en el corto plazo para evitar el desenlace de un cambio climático irreversible.
El Ártico
El Ártico se esta calentando aproximadamente el doble que la temperatura media global. El calentamiento en el Ártico está dando lugar a un circuito de retroalimentación preocupante, a medida que aumentan las temperaturas, el permafrost se derrite, lo que libera aún más metano y conduce a un mayor calentamiento.
Los cálculos de Cape Morris Jessup, la estación meteorológica terrestre más septentrional del mundo, muestran que las temperaturas a partir de febrero de este año en el este de Groenlandia y el Ártico central tienen un promedio de 15 ° C más cálido que las normas estacionales.
La perdida del Ártico implica entrar en un cambio climático irreversible. Es decir, su rol en la estabilidad del sistema climático es esencial. Es evidente que la preservación del Ártico tiene implicancia mas allá del polo norte.
Es posible tomar medidas especificas que nos permitan evitar accionar este punto de no retorno. Es decir, aún podemos salvar el Ártico.
Existen ciertos contaminantes climáticos que son de corta vida atmosférica y que posee un gran impacto de calentamiento. Su eliminación o reducción produce consecuencias positivas relativamente rápidas no sólo en la temperatura global sino también en la salud humana. Estos contaminantes son el metano, el carbono negro u hollín, el ozono troposférico y los hidrofluorocarbonos.
El metano es el segundo gas de efecto invernadero más importante después del dióxido de carbono. Durante el tiempo en que el metano está en la atmósfera produce un calentamiento del Planeta 86 veces más que la misma cantidad de CO2. Esto ha sido confirmado por el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático.
Los niveles de metano se han duplicado desde la era preindustrial, atrapando más calor en la atmósfera e irradiándolo a la tierra. En el Ártico, esto derrite el hielo marino, descongela el permafrost y altera los patrones climáticos globales. Aproximadamente dos tercios del metano lo generamos los humanos de manera artificial en la industria del petróleo y el gas, la agricultura y los vertederos de residuos. El resto del metano proviene de fuentes naturales, como los humedales y el descongelamiento del permafrost. El metano permanece en la atmósfera aproximadamente nueve años. Es decir permanece en la atmosfera el tiempo suficiente para que el metano que se emite lejos del Ártico tenga un impacto en el Ártico. La buena noticia es que si adoptamos medidas para reducir o eliminar su emisión tendremos un alto impacto positivo en la preservación del Ártico. La otra buena noticia es que la tecnología de captura o no emisión de metano es accesible y ha sido suficientemente probada para concluir que es exitosa. Es decir, podemos reducir de manera efectiva y a escala el metano que emitimos y podemos hacerlo ahora. Es preciso tomar medidas a escala de manera urgente. En el 2014 las concentraciones de metano aumentaron 12.5 partes por billón, y en el 2015, aumentaron 9.9 partes por billón. Hace una década, estaban aumentando a una tasa de alrededor de 0.5 partes por billón anualmente. Es decir su incremento ha sido exponencial. Al mismo tiempo, el calentamiento en el Ártico está dando lugar a un circuito de retroalimentación preocupante. A medida que aumentan las temperaturas, el permafrost se derrite, lo que libera metano atrapado en la atmósfera y conduce a un mayor calentamiento. Los científicos están trabajando para determinar cuánto metano hay en el permafrost.
El carbono negro u hollín no sólo calienta la atmósfera al absorber los rayos del sol, también se deposita en el hielo y la nieve oscureciéndola lo que acelera su fusión o derretimiento. El hollín proviene de una combustión ineficiente, permanece en la atmósfera solo por días o semanas, pero causa mucho daño. La contribución al calentamiento global de un gramo de carbono negro es de 100 a 2.000 veces más que de un gramo de CO2 en una escala de tiempo de 100 años. Un estudio de 2011 realizado por científicos del Instituto Goddard de Estudios Espaciales de la NASA descubrió que hasta un cuarto del calentamiento del Ártico es causado por el carbono negro. Otro estudio en el año 2015 concluyó que, al igual que el metano, el carbono negro es responsable de aproximadamente medio grado Celsius de calentamiento en el Ártico. Aproximadamente un tercio del calentamiento del Ártico es consecuencia del hollín que proviene de las emisiones de los países árticos. Resulta oportuno destacar que a medida que el Ártico se derrite el tránsito de embarcaciones propulsadas a diésel aumenta, incrementado de manera considerable la generación de hollín en una zona que ya esta sometida a estrés climático. En el 2010 la Organización Internacional Marítima prohibió el transito de esta clase de embarcaciones en la Antártida debido a su gran contaminación, pero en el Ártico aun están permitidas. Reducir el hollín tiene múltiples efectos pues el hollín además de calentar el Planeta es uno de los contaminantes de aire por excelencia. La Organización Mundial de la Salud ha estimado que la contaminación de aire es una las principales causas de muerte prematura en niños. Es decir que su reducción no sólo nos ayudaría a salvar el Ártico sino además evitaría la muerte prematura de niños. No accionar para reducir el carbono negro es cuanto menos negligente. La tecnología para su reducción también como en el caso del metano existe y es accesible. Finalmente, los hidrofluorocarbonos (HFCs) son también potentes contribuyentes al calentamiento global. Se los denomina gases de súper efecto invernadero pues su efecto de calentamiento es entre 1.000 a 3.000 veces más potente que el CO2. Su permanencia en la atmósfera es de unos 14 años. La enmienda al Protocolo de Montreal conocida como enmienda de Kigali, acordada en 2016, requiere que todos los países recorten la producción y el consumo de HFCs al menos en un 80 por ciento en los próximos 30 años. Se espera que la implementación de este acuerdo evite hasta 80 mil millones de toneladas de emisiones equivalentes de CO2 para 2050, lo que podría evitar hasta 0,5 grados centígrados de calentamiento global. Los HFCs se utilizan principalmente en los sistemas de refrigeración. El acuerdo de Kigali obliga a los Estados a reemplazar los HFCs por un refrigerante más benigno para el planeta. Esta acción nos presenta asimismo con la oportunidad de incrementar la eficiencia energética al momento de realizar el cambio de refrigerante. En ese caso los beneficios climáticos se duplican, es decir podríamos evitar hasta un grado centígrado de calentamiento. En conclusión, evitar superar los puntos de no retorno es esencial para lograr mayor equidad. Uno de los puntos de no retorno es el derretimiento del Ártico. Podemos salvar el Ártico. Para ello debemos adoptar de manera inmediata y a escala un plan de acción que beneficie al Ártico en el corto plazo. Este plan de acción es la reducción a escala de metano, HFCs y carbono negro (hollín).