Jorge Daniel Taillant es fundador de CEDHA y dirige su trabajo en glaciares y minería

Por Romina Picolotti Presidente de CEDHA 

“…Pero la vocación de custodiar no sólo nos atañe a nosotros, los cristianos, sino que tiene una dimensión que antecede y que es simplemente humana, corresponde a todos. Es custodiar toda la creación, la belleza de la creación, como se nos dice en el libro del Génesis y como nos muestra San Francisco de Asís: es tener respeto por todas las criaturas de Dios y por el entorno en el que vivimos. 

…En el fondo, todo está confiado a la custodia del hombre, y es una responsabilidad que nos afecta a todos. Sed custodios de los dones de Dios. Y cuando el hombre falla en esta responsabilidad, cuando no nos preocupamos por la creación y por los hermanos, entonces gana terreno la destrucción y el corazón se queda árido. 

…Por desgracia, en todas las épocas de la historia existen «Herodes» que traman planes de muerte, destruyen y desfiguran el rostro del hombre y de la mujer. Quisiera pedir, por favor, a todos los que ocupan puestos de responsabilidad en el ámbito económico, político o social, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad: seamos «custodios» de la creación, del designio de Dios inscrito en la naturaleza, guardianes del otro, del medio ambiente; no dejemos que los signos de destrucción y de muerte acompañen el camino de este mundo nuestro. ..”He aquí un servicio al que todos estamos llamados, para hacer brillar la estrella de la esperanza: protejamos con amor lo que Dios nos ha dado.¨  Papa Francisco 

Sin duda la primera Homilía del Papa Francisco nos llama a una profunda reflexión sobre nuestra responsabilidad individual y colectiva como custodios del Planeta Tierra.  Una responsabilidad inexcusable que hace a la condición humana, más allá de la religión que uno profese.  Una responsabilidad que de no ser asumida no sólo nos desfigura el rostro, sino que gana terreno la destrucción y el corazón nos queda árido. 

Es preciso restablecer el vínculo de amor y solidaridad con la Naturaleza que tan generosa se nos brinda una y otra vez. Finalmente, es sensato reconocer que la custodia de nuestros glaciares, de nuestros ríos, de nuestros bosques, no es  ni más ni menos que la defensa del ser humano. 

Esta responsabilidad de custodia puede asumir diferentes formas: La implementación de la ley de presupuestos mínimos de protección de glaciares que prohíbe la minería en zona  glacial y periglacial. Es decir, la acción concreta con amor y convicción frente a su trasgresión. Trasgresión que, ha sido permanente desde su sanción y rotundamente ignorada por aquellos que tienen la obligación legal y moral de custodia: El Poder ejecutivo Nacional y las autoridades provinciales. 

En el informe titulado “El Sino de los Glaciares de Montaña en la Era del Antropoceno” elaborado por la Academia Pontifica de Ciencias, el 5 de mayo del 2011, el Vaticano emitió una declaración urgiendo a la humanidad a proteger los glaciares. Mientras empresas extranjeras con la autorización del Estado literalmente revientan nuestros glaciares cordilleranos para extraer los minerales que se encuentran en el subsuelo, la Santa Sede advertía sobre la urgente necesidad de su protección. 

Sin glaciares tendríamos demasiada agua en época de lluvias y nada de agua en época de sequía. En definitiva, nuestros glaciares andinos son garantía de la seguridad hídrica en su zona de influencia. Resulta imposible pensar el desarrollo nacional sin agua, sin seguridad hídrica, simplemente el desarrollo humano no es posible, de allí la enorme responsabilidad de su custodia. 

Esta responsabilidad de custodia también implica la implementación de la ley nacional de presupuestos mínimos de protección del bosque nativo. El espíritu de esta ley es la de tutelar el bosque nativo, en un acto casi desesperado para restablecer el equilibrio natural de nuestro territorio y su gente. Frenar la tala, sin Herodes ni chicanas, simplemente respondiendo a la sensatez. 

Finalmente la responsabilidad de custodia no sólo corresponde a funcionarios, aunque en ese caso es mayor por su esfera de competencia, pues hemos delegado en ellos el poder de custodia de lo colectivo, de lo público.  Pero también a nivel individual nos corresponde actuar como custodios. Evitando el despilfarro de energía, de agua y el consumo superfluo. Informándonos. Colaborando todos los días con un acto de servicio solidario y de amor hacia la naturaleza.