El jueves 5 de mayo el Vaticano emitió una declaración urgiendo a la humanidad a proteger los glaciares. Mientras empresas extranjeras, con la autorización del Estado literalmente revientan nuestros glaciares cordilleranos para extraer los minerales que se encuentran en el subsuelo, la Santa Sede advierte sobre la urgente necesidad de su protección.
El informe titulado “El Sino de los Glaciares de Montana en la Era del Antropoceno” elaborado por la Academia Pontifica de Ciencias, utiliza un nuevo vocablo “antropoceno” para expresar esta nueva era geológica creada por el hombre. En su declaración establece “(…) la explotación agresiva de los combustibles fósiles y otros recursos naturales han dañado el aire que respiramos, el agua que bebemos y la tierra que habitamos. (…) Los impactos climáticos y ecológicos de esta interferencia humana con el Sistema Tierra, son de tal magnitud y permanencia en el tiempo que exige un nuevo vocablo “Antropoceno”, para esta nueva época geológica que el hombre ha provocado.”
El informe reconoce asimismo la importancia de los glaciares de montaña como reguladores hídricos y el enorme impacto que su desaparición implica para comunidades que dependen de ellos. Asimismo alude a la presencia de nubes de polvo “brown clouds” como una de las causas principales de la retracción de glaciares.
En este contexto es preciso recordar que la minería a gran escala en nuestra cordillera no sólo esta dañando de manera irreversible nuestros glaciares por su intervención directa en estas masas de hielo, sino también por las nubes de polvo que las explosiones de dinamita a gran escala producen. Este polvo se deposita sobre la superficie del glaciar acelerando notablemente su tasa de fusión.
Asimismo nuestros glaciares cordilleranos son esenciales para la regulación hídrica. Simplemente, sin glaciares tendríamos demasiada agua en época de lluvias y nada de agua en época de sequía. En definitiva, nuestros glaciares andinos son garantía de la seguridad hídrica en su zona de influencia. Resulta imposible pensar el desarrollo nacional sin agua, sin seguridad hídrica, simplemente el desarrollo no es posible. Seres humanos y compañías mineras extranjeras compiten actualmente en este escenario de escasez hídrica por la disponibilidad del agua. Nos preguntamos ¿Cuál es la razón de ser del Estado ante esta situación? Por ahora simplemente ha garantizado la indefensión de los glaciares y con ello la impunidad de sus destructores.
En respuesta al argumento de que la Tierra ha experimentado alternativamente periodos fríos (edades de hielo o glaciaciones) y periodos cálidos (inter-glaciales), y por lo tanto la retracción de glaciares es un fenómeno natural. La Academia Pontificia de Ciencias expresa:
“Los principales factores desencadenantes de las edades de hielo y glaciales son cambios en los parámetros astronómicos relacionados con el movimiento de nuestro planeta en el sistema solar y los procesos naturales de regeneración en el sistema climático. Las escalas de tiempo entre estos factores desencadenantes se encuentran en el rango de 10.000 años o más. Por el contrario, los cambios provocados por los humanos como consecuencia de las concentraciones de carbono, otros gases de efecto invernadero, las nubes de polvo y el hollín se llevan a cabo en plazos de 10 a 100 años, por lo menos cien veces más rápido. Es particularmente preocupante que esta liberación de agentes de calentamiento global está ocurriendo en un periodo interglaciar, cuando la Tierra ya estaba en un máximo de temperatura natural.”
– Frente a semejante advertencia de la Academia Pontificia que presidiera Galileo Galilei, sólo nos resta citar a Benedicto XVI “todo progreso científico debe ser también un progreso de amor, llamado a ponerse al servicio del hombre y de la humanidad.” “El amor permite salir de sí mismo para descubrir y reconocer al otro; al abrirse a la alteridad, afirma también la identidad del sujeto, pues el otro me revela a mí mismo”. Esperemos que nuestros gobernantes demuestren de manera fehaciente su amor por nuestra patria y quienes la habitamos protegiendo de una vez por todas y sin más retrasos nuestros glaciares andinos.
Por Romina Picolotti
Para más información: