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Esta es la historia de un niño que convirtió un baño en su propio pequeño laboratorio, usando microscopios de juguete y equipos de química, luego miró hacia el cielo y vio no solo la belleza sino la fragilidad de todas las cosas.
Mario Molina fue un brillante químico mexicano, que compartió el Premio Nobel de Química de 1995 por su papel fundamental en el descubrimiento de la amenaza a la capa de ozono de la Tierra que generan los gases de clorofluorocarbonos (CFC) y el resultante agujero de ozono antártico. Su descubrimiento e investigación condujeron a un esfuerzo internacional para resolver la primera gran amenaza a la atmósfera global, el Protocolo de Montreal sobre Sustancias que Agotan la Capa de Ozono. Sin los esfuerzos de Mario, los CFC habrían continuado destruyendo la capa de ozono, y la radiación ultravioleta solar habría provocado innumerables casos de cáncer de piel, degeneración macular, cáncer de córnea y conjuntiva, así como la supresión de nuestro sistema inmunológico, dañando nuestras vidas y el Planeta.
En resumen, su trabajo salvó millones de vidas.
Mario Molina continuó su labor científica y su incidencia, trabajando incansablemente para fortalecer el Protocolo de Montreal. Esto incluyó la publicación de su artículo en el 2009 por la Academia Nacional de Ciencias, mediante el cual traza la hoja de ruta para resolver la próxima gran amenaza para la atmósfera global, el cambio climático. Trabajó arduamente toda su vida con un compromiso inquebrantable con la humanidad y el Planeta. Esta última semana se encontraba trabajando en la actualización de su artículo del 2009 para mostrar cuán cerca está el mundo de entrar en un invernadero catastrófico y cómo podemos usar el Protocolo de Montreal para prevenirlo.
Su confianza en que el protocolo podría acelerar sus medidas de control existentes y ampliarlas para incluir otros contaminantes climáticos como el óxido nitroso, nos impulsa a seguir trabajando. Su visión de que el protocolo es un modelo para otros tratados específicos que podrían abordar los otros contaminantes climáticos de corta duración, es otra enorme contribución en evitar una crisis climática.
Como miembro del Panel Asesor Científico de la Coalición por el Clima y el Aire Limpio, contribuyó generosamente con su tiempo y sabiduría para garantizar que los Estados accedan de la mejor ciencia disponible sobre estrategias de mitigación rápidas para así actuar y evitar una crisis climática irreversible.
Mario Molina fue un científico brillante, un defensor de la Tierra incansable y un alma amable. En tiempos en que la humanidad está siendo golpeada por una pandemia global y una emergencia climática, debemos dejar que su espíritu ilumine nuestro camino para actuar a la escala y la velocidad que necesitamos para reducir los impactos climáticos y construir un mundo más justo y equitativo.