Jorge Daniel Taillant es fundador de CEDHA y dirige su trabajo en glaciares y minería

Esta entrada también está disponible en: Inglés

(traducción no oficial del ingles)

autores  

Durwood Zaelke – Fundador y Presidente , IGSD (Institute for Governance & Sustainable Development)

Romina Picolotti – Principal Analista de Políticas, IGSD; Co-fundadora y Asesora Climática del Centro de Derechos Humanos y Ambiente (CEDHA)

La emergencia climática está aquí, y la única manera de frenar la precipitosa caída hacia el caos es reducir emisiones de metano y de otros contaminantes climáticos lo más rápido posible, a la vez que reducimos emisiones de dióxido de carbono. Un mensaje que ha sido muy claro proviene del informe Análisis Global de Metano, de la Coalición de Clima y Aire Limpio del PNUMA y de los informes recientes del IPCC (AR6): reducir metano ahora o terminar con el planeta.

De acuerdo a los recientes informes de la IPCC, todo incremento de contaminación climática causa daños irreversibles adicionales. Olas de calor que baten records e inundaciones serán más y más frecuentes si no frenamos la tendencia de calentamiento lo más pronto posible. Estamos viendo retro-alimentaciones climáticas auto-magnificadoras que aceleran el calentamiento global, y nos estamos dando cuenta que estamos más cerca de lo que pensábamos anteriormente de superar los puntos de no retorno del cambio climático.

El Ártico se está calentando cuatro veces más rápido de lo que se calienta el resto del planeta. Hemos perdido casi la mitad del hielo del verano ártico—un escudo blanco que refleja al espacio de manera segura la radiación solar. Perder el hielo restante del Ártico durante los meses de sol, agrega el equivalente a 25 años de emisiones climáticas. En marzo de 2022, tanto el Ártico como la Antártida experimentaron niveles de calor sin precedente, con el Ártico por encima de 30 grados centígrados de lo normal, y la Antártida con 47 grados centígrados por encima de lo normal.

Los puntos de no retorno del clima son notoriamente difíciles de cuantificar, y por lo tanto, son frecuentemente excluidos de los modelos de cambio climático. Pero la probabilidad — la cola gorda del riesgo — que sobrepasaremos los límites críticos en tan solo un par de años o décadas, aumenta cada día que pasa.

En este momento de vida-o-muerte, la oportunidad inmediata y más grande para frenar el calentamiento global es reducir las emisiones de metano y de otros contaminantes climáticos de vida corta, tales como los refrigerantes hidrofluorocarbono (HFCs), el ozono troposférico y el carbono negro (el hollín). Abordar esta emisiones es la manera más rápida y singular, y la de mayor incidencia para frenar el calentamiento global en las próximas dos décadas. También nos da la mejor y quizás la única posibilidad de mantener al alcance el limite de calentamiento de 1.5 grados centígrados establecido en el Acuerdo de Paris. Esta estrategia podría reducir la taza de calentamiento global total por la mitad, y la taza de calentamiento del Ártico por dos tercios. La buena noticia es que ya sabemos cómo hacerlo, y entonces podemos lograr estos beneficios para la salud, para la productividad y para la seguridad alimentaria.

Tal como lo explica el Sexto Informe Analítico del III Grupo de Trabajo de la IPCC, “Debido a la vida corta del CH4 [el metano] en la atmósfera, las reducciones profundas proyectadas de metano de emisiones de CH4  … efectivamente reducen el pico de calentamiento global.» Esto sigue los cálculos de informe clave, el Análisis Global de Metano de la Coalición de Clima y Aire Limpio, que indica que la reducción de emisiones de metano por del 45% al 2030 evitará casi 0.3 grados centígrados de calentamiento global y 0.5 grados centígrados de calentamiento en el vulnerable Ártico al año 2040. El informe además indica que esta reducción prevendría 255,000 muertes prematuras humanas cada año, 775,000 visitas a salas de emergencia por razones de asma, 73,000 millones de horas de trabajo perdidas debido al calor extremo, y 26 millones de toneladas perdidas de cultivos cada año.

Mientras que la des-carbonización es esencial, medidas para reducir emisiones de carbono causarán calentamiento global durante la próxima década debido a la reducción de partículas de materia que generan enfriamiento, y que son co-emitidas durante la quema de carbón y de diesel—lo que tiene el efecto de «desenmascarar» el calentamiento existente y de cancelar los beneficios de enfriamiento que las reducciones de emisiones de carbono nos darían hasta aproximadamente mitad del siglo. El Sexto Informe de la IPCC lo indica claramente: «Las reducciones proyectadas de emisiones de aerosoles que causan enfriamiento y calentamiento, a través del tiempo, nos lleva a un mayor calentamiento neto en el corto y mediano plazo … principalmente debido a la reducción de combustión de combustibles fósiles que no fueron equipados con controles efectivos de contaminación de aire».

Tanto los Estados Unidos como la Comunidad Europea (CE) están tomando medidas para cortar sus emisiones de metano, incluyendo su liderazgo en lograr el Acuerdo Global sobre Metano (en inglés, The Global Methane Pledge), firmado por 111 países. El acuerdo apunta a recortar esta década, emisiones globales de metano por al menos 30% por debajo de niveles del año 2020. Si se logra esta meta, combinado con una rápida des-carbonización, estas reducciones nos pondrían en una vía compatible con limitar el calentamiento global a 1.5 grados centígrados a fin de este siglo, con un sobrepaso mínimo o inclusive nulo.  

Pero una promesa voluntaria no es suficiente ante una emergencia climática que rápidamente se profundiza. La CE y los Estados Unidos deben trabajar juntos para lograr un acuerdo global sobre metano inspirado en el Protocolo de Montreal sobre Sustancias que Agotan la Capa de Ozono, que tome aspectos claves del acuerdo ampliamente considerado el acuerdo multilateral ambiental más exitoso del mundo. El Parlamento Europeo ya ha empezado a reclamar un tal acuerdo, el que presumiblemente se enfocaría inicialmente en reducir pérdidas de metano en el sector de energías fósiles.

A medida que ajustamos los tornillos a las pérdidas de metano, debemos además hacer una transición lo más rápido posible desde las energías fósiles hacia energías verificablemente limpias— lo cual no debe incluir la bioenergía forestal. Con la invasión de Putin a Ucrania y los crímenes de guerra que vemos en los medios, no es sostenible para Europa continuar a comprarle gas natural a Rusia, pagando un estimado de $340 millones de dólares cada día, según el Financial Times. Hasta ahora, los Estados Bálticos de Lituania, Latvia y Estonia, se han comprometido a terminar con la importación de gas ruso, y la presión aumenta sobre otros países europeos para que hagan lo mismo. Tanto para el clima como para la seguridad, es esencial acelerar la transición de los «petro-estados» hacia los nuevos «electro-estados», según las palabras de la revista The Economist.

Mientras que Europa transiciona del gas ruso (el gas que tiene la mayor fuga de metano del mundo) es importante que cualquier gas que reemplace al gas ruso tenga un nivel bajo de pérdidas. Un acuerdo inmediato para reducir pérdidas de metano entre los países que envían gas a Europa puede ser un paso clave hacia un acuerdo global para reducir emisiones de metano. Esto debe ser la meta del Grupo de Trabajo sobre Seguridad Energética que se estableció el 25 de marzo de 2022, mediante el Anuncio Conjunto entre los Estados Unidos y la Comisión Europea sobre Seguridad Energética Europa.

Este blog fue publicado originalmente en el ejemplar de mayo/junio 2022 del Environmental Forum.

Link al articulo original en inglés: 
https://www.eli.org/vibrant-environment-blog/cut-methane-now-or-doom-planet